Torre de Amarante

domingo, 1 de agosto de 2010

CABOS SUELTOS por Enric Sopena

A Rajoy, cada vez más patriota español, Camps lo deja en ridículo
Ahora, Mariano Rajoy alardea cada vez más de patriota. Hace pocos días, en una de sus intervenciones, el líder de la derecha llegó a ensalzar hasta media docena de veces el “sentimiento de nación española”. También se comprometió a “rescatar” este sentimiento, si es elegido presidente del Gobierno. El fundador de AP/PP, Manuel Fraga Iribarne, se exhibía en los mítines de la transición luciendo tirantes con los colores de la bandera española y lanzando soflamas con sabor a un pasado no lejano. Sus sucesores, José María Aznar y Mariano Rajoy, siguen una senda parecida.
Aznar ordenó implantar en la plaza de Colón de Madrid, tan cerca de Génova 13, una inmensa, abrumadora, bandera española. Eran los tiempos, por cierto, en los que, habiéndose convertido en lugarteniente del presidente George W. Bush -comandante en jefe de los ejércitos invasores de Irak-, debió de creerse que estaba destinado por los dioses a ser el “maquinista del tren de la historia”, parafraseando a Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades. Pretendía sacar así a España del rincón también de la historia. Pero como maquinista, Aznar no logró emular ni de lejos a Buster Keaton, protagonista de la legendaria película muda El maquinista de la General. 

A ojos vista 
Rajoy se va creciendo, a ojos vista, como aspirante a mandamás del nacionalismo español. He aquí otro párrafo ilustrativo: “Hace días España ganaba el Mundial y se produjo una gran explosión en la calle en defensa de la selección, de España, de las banderas (…) Alguna gente se sorprendió. Yo, no. Lo que hay en España es un gran sentimiento nacional”. Pero, sobre todo, lo que hay, Sr. Rajoy, es un plantel de futbolistas que juegan de fantasía y marcan goles maravillosos y que -como ocurre con otras y relevantes disciplinas deportivas- contribuyen a situar al deporte español en la gloria. 

Ni casualidad ni euforia coyuntural 
Esto no es fruto de la casualidad ni de la euforia coyuntural. Esto responde a una política deportiva llevada a cabo con talento, tesón y eficacia, en paralelo con la formidable transformación positiva de España desde el fin de la Dictadura hasta el presente. Y desde entonces acá repásese cuántos años ha gobernado la derecha y cuántos, la izquierda. Por lo demás, da la impresión de que a Rajoy le traicionó su subconsciente cuando dijo que “se produjo una gran explosión en la calle en defensa de la selección, de España, de las banderas (…)”. 

Disfrazados de paladines 
Sin embargo, conviene precisar que no salió la muchedumbre a la calle para defender aRoja, a España y a las banderas. No fue una concentración defensiva, sino básicamente de alegría desbordante y de satisfacción colectiva. No había apenas nada que defender y sí mucho que vitorear. Comprendemos que ustedes, Sr. Rajoy y compañía, les guste aparecer en el escenario disfrazados de paladines que defienden las esencias patrias y que defienden la unidad de España. La defendieron frente al Estatut y lo único que han conseguido es generar más mal rollo e incrementar el independentismo en Cataluña. 

Canarias 1991 
Estos días, los populares no hacen más que rasgarse sus vestiduras por la cuestión de los toros. Azuzan el fuego, que es lo suyo, y no son capaces de asimilar o, al menos, de enterarse de que los toros en Barcelona y otras plazas catalanas están, desde hace bastantes años, en caída libre. Y si Canarias suprimió las corridas de toros en 1991 –y nadie dijo nada ni se montó ninguna tangana por ello-, ¿por qué cuando lo hacen los catalanes se organiza una vez más la de Dios es Cristo? 

¡Ojo, don Mariano! 
Frene su subidón nacionalista español, Sr. Rajoy, y vigile con más intensidad las maniobrasn ocultas de Francisco Camps, que le dejan cada dos por tres a Vd. en ridículo por muy patriota que sea. ¡Ojo, don Mariano! Camps está dispuesto a todo con tal de salvarse de un tumor llamado Gürtel. De momento, le desobedece a menudo. Cualquier día, es muy capaz –ya ha habido globos sonda en ese sentido- de juguetear con el nacionalismo blavero y hacerlo más adelante con guiños incluso soberanistas. Pero no se queje. Recientemente, volvió Vd. a bendecir públicamente a Camps. ¿Se acuerda? 


Enric Sopena es director de El Plural

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